*Mujeres luchadoras contra el sistema perverso. Inspiradoras para otras mujeres. *Mujeres que utilizan todas sus "armas", conocimientos, intuición para sobrevivir en un mundo dominado por los hombres. *Mujeres, a veces realmente malvadas, que en ocasiones producen sufrimiento, dolor y muerte.


ANNA WINTOUR
"#NUCLEAR #WINTOUR"
La mujer más poderosa de la industria de la moda contemporánea.
Fría, caprichosa, elitista y perfeccionista. Así es Anna Wintour, la editora de la revista Vogue, esperada y temida en las pasarelas del mundo, la mujer más poderosa en una industria de más de cien mil millones de dólares.

La revista Vogue es considerada la biblia en cuestiones de moda con ganancias en publicidad de más de 345 millones de dólares al año. Y si la publicación es palabra sagrada en la industria, su editora en Estados Unidos desde 1988 es dios.

A Anna Wintour la han llamado “genio”, “una estrella”, como la calificó Oscar de la Renta. 


Pero mientras sus más cercanos amigos y leales colaboradores que llevan a su lado mas de veinte años la definen como una máquina de trabajo, de energía inagotable, con una visión única, capaz de hacer las mejores predicciones, sus detractores, entre ellos algunos de sus exempleados, se han encargado de mostrar su lado más cruel y temible.

La directora británica de la revista es célebre no solo  por la seguridad en sí misma, sino  también a la hora de elegir fotógrafos, descartar páginas, financiar candidatos presidenciales o sugerir modistos a las grandes firmas.



Su característico impecable estilo, con su corte perfectamente milimétrico, sin un pelo fuera de lugar, es el reflejo de su férrea disciplina.

Sus gafas oscuras de Chanel, que ha usado tanto en exteriores como en recintos cerrados, aumentan la impresión de que es impenetrable. Ella misma ha explicado que funcionan como una armadura: “Cuando estoy en un desfile, si estoy aburrida, nadie lo notará. Y si estoy disfrutando… nadie lo notará”. No le gusta que la gente lea sus emociones. Cuentan que su oficina muestra claramente su personalidad inalcanzable, pues luego de un largo pasillo, que podría parecer una pasarela, al fondo, alejado, está su gran escritorio. Hasta ese lugar llegó una joven en busca de trabajo que contó su amarga experiencia al periodista Jerry Oppenheimer, autor de una biografía no autorizada de Wintour: “Anna fue muy, muy fría y contradijo todo lo que yo decía. Es muy atemorizante. Mis conocidos me dijeron que era mejor no trabajar con ella, que todos en Vogue eran miserables y vivían aterrados por esa mujer. Muchos de los que trabajan a su alrededor son homosexuales, los únicos a los que ella no asusta. La verdad es que a Anna no le agradan las mujeres, lo que es bastante curioso tratándose de la editora de la revista destinada a público femenino más influyente del mundo”.
“La gente que trabaja aquí tiene que lucir de cierta manera. Si alguien no ha cambiado su estilo en seis meses… algo no está funcionando bien”.




En una ocasió le preguntaron: “Anna, tu eres la anfitriona de la Met Gala cada año. Celebrities de todo tipo hacen lo que sea por conseguir una entrada. Todo el mundo, desde Beyoncé a George Clooney, acude a tu llamada. Así que mi pregunta es la siguiente: ¿A quién no invitarías nunca a esta fiesta?”.

Wintour, para sorpresa de todos, no tardó ni un segundo en dar su respuesta: "Donald Trump". No hace falta que explique el motivo.



Pero hay mucho más detrás de esa fachada calculada, segura y fría por la que se ganó el apodo de Nuclear Wintour.






Wintour dice que se levanta “cada día a las cinco de la mañana” y siempre tiene ganas de llegar a la oficina. Pero también de salir de ella. Después juega tenis y es peinada y maquillada por expertos. Más tarde llega a las oficinas de Vogue, donde la reciben tres asistentes y se encarga de todo lo visual de la revista. 






Nació el 3 de noviembre de 1949 en Hampstead, Londres. Al parecer Anna siempre tuvo un afinado sentido de la estética y la moda. De niña, aconsejaba a su padre, Charles Wintour, editor del periódico británico Evening Standard, con ideas para que la publicación fuera más atractiva para los jóvenes. Asimismo, también recibió la influencia de su madrastra, Audrey Slaughter, editora de revistas. Anna habría heredado la vena periodística, así como uno de sus hermanos, que es editor político del diario británico The Guardian. Su padre tenía fama de ser estricto no solo con sus hijos, sino también con sus empleados. “Es cierto, pero miren lo que pudo crear, un gran periódico. Y ciertamente yo aprendí de él: la gente responde bien a alguien que se muestra seguro de lo que quiere”, explicó Anna en una entrevista.


De joven siempre se sintió extraña en una familia llena de intelectuales y de hermanos que tenían éxito académico.Ella no terminó el colegio en Londres y decidió que no iría a la universidad. Aun así, sus padres la obligaron a tomar clases de moda, pensando en sus intereses, pero ella se retiró con la excusa de que “o sabes de moda, o no”. La despidieron de Harper’s en 1975, nueve meses después de que la contrataran como redactora de moda junior. “Todo el mundo debería ser despedido al menos una vez”, “Esto te obliga a mirarte a ti misma. No lo parecía entonces, pero definitivamente fue algo bueno por todo lo que me enseñó. Es importante tener contratiempos, porque así es la vida real. La perfección no existe”.

Luego se trasladó a Nueva York para seguir en Harper’s Bazaar hasta llegar a Vogue. Las malas lenguas dicen que cuando su editora Grace Mirabella la entrevistó, le hizo la pregunta de rigor acerca de qué trabajo deseaba. Wintour habría respondido: “El suyo”. A los seis años lo consiguió.
En 1983 entró como directora creativa en Vogue América con una versión transgresora, demasiado quizá, pues muchos no estaban de acuerdo con su perspectiva de una mujer interesada no solo por la moda, sino también por el dinero y los negocios.


Es tan disciplinada que no se permite subir de peso, es talla cuatro y por eso alguna vez fue descrita como “un insecto glamuroso”. Al parecer es poco lo que come, y habría dicho que no le gusta masticar, y su dieta, la mayoría de las veces, se limita a sándwich de huevo con mayonesa y puré. Además, por lo general, no se permite estar por fuera de casa después de las 11 de la noche, aunque se trate de una fiesta organizada por ella. De hecho, durante mucho tiempo, para Wintour, una mujer divorciada, era importante estar con sus hijos, Charles y Katherine Schaffer (quien siguió sus pasos y es periodista), a las 6 de la tarde, pues “la revista va a estar ahí siempre, al día siguiente”.“Me gusta ir al campo los fines de semana con los niños y el perro, y jugar al tenis. Soy muy buena desconectando. No me gusta la ciudad los fines de semana, tengo un jardín que adoro, una vida muy privada: el polo opuesto a todo esto”, cuenta.






`Nuclear Wintour´.Su radical personalidad ha hecho que sus colegas la llamen de esta forma, aunque como es de imaginarse, el mote no gusta a la editora, por lo cual pidió al New York Times que dejara de utilizarlo.




Una ex asistente de Anna, Lauren Weisberger, escribió la conocida novela "El diablo viste de Prada" basada en gran parte en Anna Wintour y su forma de ser. A pesar de ser sólo ficción se dice que Wintour es demasiado demandante con sus empleados, que tiene exigencias "imposibles", que no se le debe de hablar a menos que sea estrictamente necesario, que tomar un ascensor con ella no es buena idea y que nunca hace amigos pues no comparte con nadie su lado emocional.

"Soy realmente muy competitiva. Me gustan las personas que representan lo mejor en lo que hacen, y si eso te convierte en una perfeccionista, entonces lo soy."
Ser Anna Wintour significa estar rodeada de lo mejor. Gana alrededor de dos millones de dólares al año. Donde quiera que va, tiene un Mercedes-Benz con chofer a su disposición. Si va a la Semana de la Moda en París, la suite Coco Chanel en el Hotel Ritz es suya. Por si fuera poco, recibe 200 mil dólares al año específicamente para compras.


No por nada el diario The Guardian la ha llamado "la alcalde no oficial de Nueva York".

No es tan mala como dicen. A pesar de todo lo que se habla sobre Wintour, lo cierto es que se ha involucrado en varias obras filantrópicas que tienen que ver con el Metropolitan Museum of Art en Nueva York, donde ha organizado eventos que recaudan millones para el Instituto del Vestido. Además, ella inició la Fundación CFDA Vogue que apoya a diseñadores poco conocidos.
También ha conseguido varios millones de dólares para beneficencias que apoyan a personas con el virus del VIH.


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