*Mujeres luchadoras contra el sistema perverso. Inspiradoras para otras mujeres. *Mujeres que utilizan todas sus "armas", conocimientos, intuición para sobrevivir en un mundo dominado por los hombres. *Mujeres, a veces realmente malvadas, que en ocasiones producen sufrimiento, dolor y muerte.

NO POR OFICIO 
SINO POR 
NECESIDAD 

En mi pueblo había una puta que jodía por las casa, como lavaba la lavandera, cosía la costurera, planchaba la planchadora, ponía inyecciones la enfermera y administraba los santos óleos el señor cura párroco. Se llamaba Lupita, aunque algunos la decían Lourdes la del juguetero, y tenía mucha clientela entre subnormales profundos, hipocondríacos, protésicos dentales con orquitis por picadura de acalefo, ¡qué ya es afinar!, reverendos padres que optaron por colgar la sotana y darse con entusiasmo al túmulo y al cachondeo, reverendos padres que vistiéndose todavía por la cabeza no habían olvidado que el pecado de escándalo se perdona difícilmente, poetas líricos estípticos por el abuso de carne de membrillo, tortilleras vergonzantes o alérgicas, jubilados, artríticos, reumáticos, prostáticos y demás suertes de especies sedentarias.

-¡Qué fauna!
-Si, doña Vitesinda, pero cada uno se gana la vida como puede.
-Eso también es verdad, ¡mira tu por donde!

Doña Vitesinda se sabía de memoria "Los gozos de las madres" de fray Querubín de las Sagradas Espinas (y ustedes perdonen la manera de señalar) y se casó tarde y enviudó presto. Doña Vitesinda se casó a los cuarenta y seis años cumplidos y como era decente, su marido, el don Rogaciano, en la noche de bodas tuvo que pedir un abrelatas al conserje del hotel por más esfuerzos que hizo, no pudo desvirgarla por procedimientos naturales.

-¡Vaya por Dios! ¿Y la recien casada se dejó hurgar resignadamente con el abrelatas?
-Pues mire usted, doña Leonisa, resignadamente, vamos, lo que se dice con resignación cristiana y española, mas bien no, ¡qué quiere que le diga! , pero la sujetaron entre el conserje, el sereno y un guardia civil franco de servicio que pasaba por allí, y entonces don Rogaciano pudo ponerla en condiciones con más tranquilidad. Lo peor fue que al esposo, se conoce que con los nervios propios de trance, se le escapó la mano y le dejo el chumino al bies, se lo repararon en la casa de socorro dándole docena y media de puntos de sutura. la cosa, por fortuna, no tuvo mayor importancia y don Rogaciano se la pudo beneficiar y follar - las dos cosas- muy ricamente hasta que feneció.

-¿Que feneció quién?
-El don Rogaciano, ¿quién iba a ser?
-¿Anda ! ¿Pero feneció?
-Si, ¿no se enteró usted de que doña Vitesinda enviudó presto? Se lo dije antes.
-¿Ay, si! ¡Qué tonta soy!

La Lupita, o sea Lourdes la del Juguetero, porque aquí no hemos venido a hablar del zurcido de las partes pudendas de doña Vitesinda ni del presuroso óbito de su finado, jodía por lo triste y administrativo, usted ya me entiende, eso es, de lado y con poco esmero, quizá por la peculiar parroquia de desecho de tienta y cerrado con la que tenía que vérselas.

-¡Ya me gustaría a mí encontrármela a usted en su papel, doña Leonisa!
- ¡Ay, mujer! ¡Qué cosas se te ocurren! ¿A mi no me gustaría nada! ¡Yo ya tengo bastante con mi esposo, el cartero y con el repartidor de los telegramas que actúa tipo lagartija!
- ¡Caray qué suerte!
-Pues, si; la verdad es que no puedo quejarme.mi esposo es la mesura y el ritmo: un,dos, un, dos,un, dos,¿gozas vida?, un,dos,un,dos,¿pues allá voy! Y se viene. El cartero es el aquí te encuentro y aquí te mato, un día nos vamos a cargar el televisor o la nevera, ¡pero es tan emocionante el polvo a salto de mata! El repartidor de telegramas, ya te digo, trabaja tipo lagartija, la mete, la saca, la vuelve a meter, da un salto mortal, se muere de la risa, te estruja, te zarandea...,¡yo no he visto jamas a nadie joder con tanta san alegría!

La Lupita, o sea Lourdes la del Juguetero, estaba escribiendo una novela erótica que se titulaba "Decio y Valeriano, o cuando la gana de joder aprieta", que llevaba ya bastante adelantada; iba por el capítulo CCLVII y tenía ya mas de novecientos folios a máquina.

- ¿No es ya un poco larga?
- Hombre, ¡según como se mire!
- Si; eso también es verdad. Fray Serafín de la Santa Faz, que es primo de fray Querubín de las Sagradas Espinas, le dice que la novela va muy bien, que se condenará sin remisión pero que va muy bien, que es lo importante. Este fray Serafín es muy progre, quizá tanto como don Iñigo Cavero.

-Pero, ¡será posible?
-¡Ya lo creo que es posible! usted no sabe cómo son ahora los curas de avanzados.
-Ya,ya...
La novela de Lupita, o sea Lourdes la del Juguetero, discurre en tiempos del Imperio Romano, que ella cree que fue entre la dictadura de Primo de Rivera y la república.
-Y fue antes.
-Si, pero ella no lo sabe. Y bien mirado, ?qué mas da?
-¡Pues también es cierto, no crea!

Doña Vitesinda, cuando a don Rogaciano se lo llevaron con los pies para adelante, se apartó del mundo y de sus pompas y vanidades y se dedicó a hacer obras de caridad y a casar parejas de murcianos por los suburbios; como solía regalarles una mortadela de tamaño mediano, hubo pareja que se casó hasta seis veces.

-Me lo explico, eso se llama tener sentido común y mirar por la economía doméstica.
¡Claro!

Doña Vitesinda se apartó de la lujuria, bueno, de la sublujuria, porque como ella decía:
-¿Usted cree que a los cincuenta años cumplidos una puede enseñar el coño ranglán o al sesgo?
- Pues, no. Tiene usted toda la razón; eso, lo mas probable es que cause una desmedida sorpresa.
Doña Vitesinda, cuando el benemérito escozor le atosigaba, requería los servicios de Lupita, o sea Lourdes la del Juguetero, que en cosa de un cuarto de hora la dejaba como un guante.

-¡Pero qué maña te das, puñetera!
-No, señorita, ¡favor que usted me hace! Tan solo práctica y buena voluntad.
-Bueno, hija, muchas gracias por la paz que me devuelves. Aquí están tus diez duritos de arancel y estas tres pesetas de propina, para que te compres cualquier chuchería que te apetezca.
-Gracias, doña Vitesinda, ¡usted siempre tan buena conmigo!, ya sabe, cuando vuelvan a escocerle las partes, deme un telefonazo. Si no estoy, déjele el recado a la nena, que ya es mayorcita.


Autor: Camilo José Cela
Titulo: Cachondeos, escarceos y otros meneos.
Capítulo: Costumbres ancestrales.



0 comentarios:

Publicar un comentario

Etiquetas

Popular Posts

Buscar este blog

Con la tecnología de Blogger.

MEGHAN MARKLE: LAS COMPARACIONES SIEMPRE FUERON ODIOSAS.

ORIGEN. Rachel Meghan Markle, nació un 4 de agosto de 1981 en Los Ángeles donde fue criada. Sí, Meghan es mestiza ya que es  hija de...