WALLIS SIMPSON
UNA MUJER QUE CAMBIÓ EL RUMBO DE LA HISTORIA
Conocida por su fama de arruinar vidas, esta mujer fue una simpatizante nazi y la amante del rey Eduardo VIII, a quien obligó a abdicar para poder casarse con ella.
Pero, ¿quién fue Wallis Simpson?
Una mujer de armas tomar. Nació en 1896. Su padre de buena familia de Baltimore, magnate de los ferrocarriles, tenía tuberculosis y sobrevivió solo unos meses al nacimiento de su hija. En sus primeros años, Wallis y su madre dependieron de la caridad de un hermano de su padre, Solomon Warfield Davies.
Fué su tío Solomon Warfield quién pagó su formación en Oldfields School, la escuela de niñas más cara de Maryland, donde entabló amistad con las herederas mas relevantes de la sociedad. Algunas compañeras recuerdan de ella que: «Era brillante, más brillante que todos nosotros. Tomó la decisión de ir a la cabeza de la clase y lo hizo.» <<Wallis siempre estaba impecablemente vestida y se presionaba bastante para hacer bien las cosas.>>
Investigaba a sus futuras conquistas. Aprendía todos sus gustos y los adulaba. Sabía como fortalecer el ego masculino y se los llevaba de calle, a pesar de que no era guapa.
En mayo de 1916, durante la visita que hizo a su prima Corinne Mustin en Florida, Wallis conoció a Earl Winfield Spencer Jr., piloto de la Armada de los Estados Unidos.Por esas fechas fue además testigo de dos accidentes de aviación con aproximadamente dos semanas de diferencia, lo que le causó un miedo permanente a volar.
Su marido era alcohólico, bebía incluso antes de volar y una vez se estrelló en el mar pero logró salir casi ileso. Su matrimonio fue una sucesión de adulterios, peleas y reconciliaciones. Winfield fue destinado a China y Wallis fue con él. En Sanghai conoció al conde italiano Galeazzo Ciano , que sería Ministro de Exteriores de Musolini. Quedó embarazada y se sometió a un aborto chapucero. Perdió la capacidad de procrear y tuvo problemas ginecológicos el resto de su vida. Se divorciaron nada mas regresar a Estados Unidos.
Antes de que se resolviesen los trámites de su primer matrimonio, Wallis ya había
entablado relación con el angloestadounidense, ejecutivo de transporte marítimo, excapitán de la Guardia Coldstream y casado: "Wallis era muy lista. Me robó a mi marido cuando yo estaba en el hospital" Ernest Aldrich Simpson, se divorció de su primera esposa para casarse con Wallis Spencer.
entablado relación con el angloestadounidense, ejecutivo de transporte marítimo, excapitán de la Guardia Coldstream y casado: "Wallis era muy lista. Me robó a mi marido cuando yo estaba en el hospital" Ernest Aldrich Simpson, se divorció de su primera esposa para casarse con Wallis Spencer.
Fue durante este segundo matrimonio, cuando conoció a Edward, entonces Principe de Gales. En 1929, Wallis navegó de regreso a Estados Unidos para visitar a su madre enferma, durante el viaje, las inversiones de Wallis se hicieron polvo en el crack de Wall Street y, para colmo, su madre murió sin un centavo, pero Wallis regresó a Inglaterra tranquila ya que el negocio naviero continuaba boyante, tanto que a su regreso los Simpson se mudaron a una casa mas grande con una buena plantilla de criados.
De no haberse reunido con su amiga Lady Thelma Furness , es probable que las cosas fuesen hoy muy distintas en el palacio de Buckingham. Lady Thelma Furness,era por aquel entonces la amante de Eduardo, príncipe de Gales y fue quien la presentó al heredero al trono británico en una fiesta que organizó en su casa. Entre 1931 y 1934, Eduardo coincidió con los Simpson en diversas fiestas y finalmente Wallis fue presentada en la Corte. Un diplomático italiano la recordaba diciendo: «Su charla era brillante y tenía la costumbre de traer a colación el tema correcto de conversación con cualquier persona que entrara en contacto con ella y entretenerlos con ese tema»
Lady Thelma Furness,vizcondesa Furness. |
La propia Thelma relata en sus memorias: “Almorcé con Wallis en el Ritz”. Unos días antes, había decidido viajar a California para visitar a su hermana. “Le conté a Wallis mis planes, y en mi exaltación me ofrecí para hacerle algún recado. ¿Había algo que pudiera hacer por ella en América? Wallis me dio las gracias, y de pronto dijo: "Oh, Thelma, el hombrecito se va a quedar de lo más solo”. “Bueno, querida”, contesté, “tú cuidarás de él mientras estoy fuera. Mira que no se meta en ningún lío”. Se referían al todavía príncipe de Gales,al que había presentado a su amiga ,en 1931, durante una fiesta en su casa de Grosvenor Square. Parece ser que Wallis se tomó al pie de la letra su petición del Ritz, porque, cuando la vizcondesa regresó de Estados Unidos, descubrió que había sido reemplazado por ella en el corazón del príncipe.
Para 1934, el príncipe estaba perdida e irremediablemente enamorado, encontraba atractivas sus maneras dominantes y la abrasiva irreverencia hacia su posición; en palabras de su biógrafo oficial, se convirtió en «servilmente dependiente» de ella. En una velada en el palacio de Buckingham, el príncipe la presentó a su madre, lo que causó la indignación de su padre, principalmente por su historia marital, ya que los divorciados generalmente eran excluidos de la Corte. Eduardo cubría a Wallis con dinero y joyas y viajes por Europa. El señor Simpson soportó el concubinato con civilizado estoicismo. Pero en el palaio de Buckingham tenían menos correa. El rey Jorge V no la podía ver: "Ruego a Dios que Eduardo no se case nunca" suspiraba. Elizabeth, esposa de Jorge VI, que llego a rey por la abdicación de Eduardo, y, por tanto, cuñada de Wallis, se refería a ella como: "Esa mujer..." aludiendo al pasado aventurero de la plebeya norteamericana. El primer ministro Winston Churchill, era menos diplomático: "Esa zorra", sentenciaba.
Cuando Eduardo anunció sus planes de casarse en cuanto Wallis se divorciase, saltaron todas la alarmas.Fue espiada por los servicios de inteligencia. Un informe secreto del M16 relataba que, durante su estancia en China, Wallis había ejerció la prostitución, lo que arruinó cualquier remota posibilidad de que la estadounidense fuese aceptada como reina.
Los cortesanos estaban cada vez más alarmados porque el romance comenzó a interferir con las actividades oficiales del príncipe.
El 20 de enero de 1936y el príncipe de Gales subió al trono como Eduardo VIII. Su reinado duró 11 meses.Su empeño en casarse con la plebeya Wallis, que consiguió el divorcio en octubre, provocó una crisis constitucional. El Gobierno y la Iglesia de Inglaterra se opusieron.Hubo manifestaciones en las calles. Eduardo, que rechazó una propuesta de matrimonio morganático, mediante el cual conservaría el trono, pero Wallis nunca sería reina, amenazó con abdicar. Y le tomaron la palabra a pesar de la oposición de su amada. Wallis, hasta el último momento, intentó que él no abdicara. Hubiera preferido seguir ejerciendo el poder en la sombra.
La renuncia a la corona entró en vigor el 10 de diciembre de ese mismo año y su hermano se convirtió en el rey Jorge VI. Eduardo ni siquiera consiguió el tratamiento de Alteza Real para su prometida, un premio de consolación. La feroz negación de su cuñada, ahora reina consorte, lo impidió. solo transigió que se le otorgase a la pareja el título de duques de Windsor, promovió su "exilio" a las Bahamas y redujo su asignación anual.
La escritora Anne Sebba, en su libro 'That Woman: A Life of Wallis Simpson, Duchess of Windsor',publica 15 cartas inéditas que Wallis remitió a su exmarido Ernest Simpson –a quien abandonó por el rey de Inglaterra– entre 1936 y 1937, documentación que aporta una nueva cara al prisma de su personaje.
Ahora conocemos, de su puño y letra, dos hechos tan novedosos como relevantes para interpretar su historia: uno, seguía enamorada de Mr. Simpson cuando se casó con Eduardo (junio de 1937); y dos, incluso antes de pasar por el altar, ya era consciente de que había cometido un terrible error y que no iba a ser feliz junto al duque de Windsor.
«Pienso en nosotros muchísimo, aunque trato de no hacerlo», confesaba Wallis a su ex en una misiva escrita durante la luna de miel que compartía con el hombre que había dado un reino por ella. En otra carta añadía que su nueva realidad «no era la vida encantadora, dulce y simple» que ella había imaginado cuando todavía solo era la amante del rey. Con una contundencia demoledora, afirmaba: «Es una pena que esto haya sucedido a dos personas que se llevaban tan bien. Las cosas no deberían haber sido así».
Él ahora duque era capaz de soportarlo todo con tal de seguir a su lado, como pudo comprobar uno de los sirvientes del palacio de Buckingham cuando vio al soberano en decúbito prono pintando las uñas de los pies a su pareja.
Los dos formaron un matrimonio en el que la duquesa "llevaba los pantalones en la relación", y en la que el duque, siempre tan educado y fino, era como un niño pequeño, y se dejaba dominar, y hasta humillar, por la mujer que lo embrujó.
Es evidente que no compartía los mismos sentimientos que su esposo, entonces ¿por qué siguió con él?
Por miedo, sin más. Vivía bajo el temor a un atentado. Eduardo era su única salvaguardia; sin él, no tenía a dónde ir ni contaba con recursos económicos. Sin duda, un nuevo divorcio la habría convertido en una paria social.
Además, sin la protección del apellido Windsor, la familia real británica hubiera visto la oportunidad para saldar cuentas con «la ramera yanqui», aireando verdades incómodas y haciendo publicar rumores que circulaban por los pasillos de palacio: su currículo de joven buscona en su Pensilvania natal (EE. UU.); su aprendizaje de las artes amatorias en los prostíbulos de China junto a su primer marido, el oficial de la Aviación americana Winfield Spencer; o el supuesto embarazo fruto de la relación con uno uno de sus amantes, el italiano Galeazzo Ciano, y el posterior aborto que destrozo su útero y la impidió tener hijos.
Pero no olvidemos que, incluso antes de su matrimonio con el duque de Windsor en junio de 1937, Wallis ya no era en privado la enamorada devota que protagonizó el supuesto romace del siglo. Eduardo fue siempre el objeto de sus burlas y críticas por su decisión de renunciar al trono, frente su ambición de erigirse algún día en reina. Era poco respetuosa, le hacía bromas, le daba órdenes, lo trataba con burla e ironía, se reía de él delante de los amigos, y a veces lo humillaba cuando ya estaba mayor y enfermo. También le contaba a todos que el duque dormía con un osito que era su juguete fetiche desde su niñez. Wallis a veces lo llamaba Boysy o el pequeño hombrecito, y mientras más actuaba así, él más la quería y deseaba que ella estuviera siempre a su lado.
La vida de Wallis Simpson estuvo siempre marcada por la ambición y el esnobismo, pero también por la frustración y el fracaso. Murió en su casa en el Bois de Boulogne de París el 24 de abril de 1986. Su funeral se celebró en la Capilla de San Jorge en el castillo de Windsor, y contó con la asistencia de sus dos cuñadas sobrevivientes: la reina madre y la princesa Alicia, duquesa de Gloucester. Isabel II, el principe Felipe, el principe y la princesa de Gales asistieron a la ceremonia fúnebre y al entierro. Fue sepultada junto a Eduardo en el cementerio real cercano al castillo de Windsor, como «Wallis, duquesa de Windsor»
Fuentes:www.revistavanityfair.es Thelma Furness, la otra americana en el corazón del duque de Windsor
www.vanidades.com la vida secreta de los duques de Windsor
www.xlsemanal.comLa reina madre contra Wallis Simpson; duelo de cuñadas
elpais.com El verdadero amor de Wallis Simpson no fue Eduardo VIII
www.mujerhoy.com Wallis Simpson y Eduardo VIII, una farsa que duro toda la vida
peru.com Reinas de la maldad. Las villanas mas crueles de la Historia.
0 comentarios:
Publicar un comentario