#Cristina y sus #mentiras
Cristina era uno de los muchos niños que vivían en “Pandereitan”,
un pueblo muy tranquilo donde se respiraba la paz y alegría en cualquiera de
sus calles; sin embargo Cristina no era igual que el resto de sus
compañeros… Cristina era simpática, clara, transparente, honesta y tenía
bastantes amigos. Le gustaba dirigir los juegos y a sus amigos, hacer traslados, dar consejos, irse a
dormir pronto y ducharse con agua caliente; Cristina era una niña normal
excepto por una cosa: era una mentirosa. Cada mañana se
despertaba, se duchaba e iba a desayunar; pero no le gustaban los huevos
fritos, que era lo que su madre le preparaba cada mañana para desayunar, así
que cuando nadie le veía se los daba a su perro Max y cuando su madre le
preguntaba decía que se los había comido y que estaban muy buenos.
Al llegar al colegio la profesora le
pedía su tarea, pero ella siempre decía que se la había dejado en casa o que se la había comido el perro, cuando
realmente no la había hecho. Cuando llegaba del colegio decía a su madre
que estaba haciendo su tarea cuando en verdad estaba viendo la televisión y
jugando a los videojuegos. Con sus amigos pasaba exactamente lo mismo, les
mentía para hacer creer a los demás que tenía mejores cromos, mejores juegos y
mejores historias que contar, hasta que un día su suerte cambió de rumbo y uno
de sus mejores amigos la pilló mintiendo, su madre se dio cuenta de que no
hacia sus tareas y su profesora encontró ejercicios sin hacer en su
mochila, notas falsificadas, trabajos sin entregar... Ese día Cristina se dio cuenta del efecto que tienen las mentiras ya que, desde
entonces ninguna de esas personas han confiado plenamente en ella, no creen sus
historias ni se fían de lo que dice.
Así que debes recordar que siempre es
mejor ir con la verdad por delante, para que todas las
personas que nos rodean puedan confiar en nosotros.